Desafortunadas las declaraciones de Mockus frente al Polo. Sobre todo, porque se pueden interpretar (hay muchos interesados en que así se interpreten) como un mensaje a la gente que milita en el Polo o que simpatiza con ese partido, en el sentido de que en el proyecto de país que Mockus lidera y encarna, no hay cabida para sus sueños y aportes. Aportes que, en este caso particular y casi único en la política colombiana, son de energía y de capacidad humana, de convicción eficaz, de esperanza activa, de propuestas entusiastas.
Desde la base del Partido Verde, al cual me he acercado al igual que muchos colombianos y colombianas, sin más rango ni interés que el de contribuir a conjurar ese sino trágico a que parece condenada Colombia, me atrevo a confiar en que esa no ha sido la intención de nuestro candidato.
Como -y de eso estoy seguro- la intención de Mockus tampoco era la de acusar a todo un partido político, de simpatizar con la barbarie de las FARC, o de legitimarla. (¡Cómo será esa barbarie, que por cuenta de ella la mayor fortaleza electoral de Santos se encuentra en las comunidades más pobres de las zonas urbanas y rurales!) Si alguien ha condenado de manera expresa y contundente a las FARC, ha sido Petro, conjuntamente con otras muchas personalidades visibles y menos visibles del Polo.
Con todo derecho Mockus y las directivas del Partido Verde pueden decidir si hacen o no acuerdos programáticos y electorales con otros partidos. Pero me quedaría dificilísimo entender que las puertas, no del Partido Verde, sino las de esa nueva Colombia que esperamos que se comience a construir a partir del próximo 7 de Agosto (o desde que queden elegidos Mockus y Fajardo) vayan a quedarles cerradas a quienes se acerquen a ellas sin cumplir el requisito previo de la apostasía.
Y como por primera vez en mucho tiempo, se les está abriendo un espacio político real a los sueños, me atrevo a soñar incluso con que al gabinete del Presidente Verde, se integren algunos de los líderes del Amarillo y del Rojo, a quienes también les hemos oído excelentes posiciones y propuestas, totalmente compatibles no solamente con el discurso político, sino con esa concepción de la vida que Mockus está a punto de convertir en Gobierno.
Yo, por mi parte, sigo y seguiré firme con la candidatura de Mockus, a la cual no solamente espero contribuirle con mi voto, sino convenciendo a mucha gente de la importancia de votar en las próximas elecciones por el Verde. Y lo hago con argumentos basados en mi propia convicción sobre las propuestas de Antanas y con la seguridad de que él posee la limpieza vital, las capacidades y la trayectoria necesarias para llevarlas adelante.
Lo que ni siquiera les insinúo a mis interlocutores, es que renuncien a sus camisetas, porque eso sería incompatible con la valoración y el respeto a la BIODIVERSIDAD, que también debe tener su expresión en la política.
Si más allá de las diferencias existentes, toda esa biodiversidad confluye en el reconocimiento de que la vida es sagrada y en la convicción de que el respeto a lo público es la base de la gobernabilidad y de la convivencia ¿por qué no soñar con que se puedan completar los colores del semáforo, e incluso aumentarlos con algunos tonos límpidos de azul y de naranja?
Desde estas bases donde el pasto es Verde, y como vocero única y exclusivamente de mis propios sueños, envío al ciberespacio esta convencida señal de clorofila.
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