Escribí este artículo por invitación del Director de la revista "Semana Santa de Popayán - Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad", que lo publicó en su Edición de Abril 2022
Comienzo a escribir este artículo el 2 de Marzo -Miércoles de Ceniza- día en que empieza ese periodo de 40 días -La Cuaresma- que antecede al Domingo de Ramos, con el cual se inicia la Semana Santa. Es la tercera Cuaresma con características de Cuarentena que viene ocurriendo desde 2020 cuando se declaró la Pandemia del Covid.
Con base en estos datos expliqué en un artículo publicado en 2014 en El Nuevo Liberal, “Por qué la Luna llena también sale a alumbrar en lasprocesiones de Popayán”. Pienso que fue debido a ese artículo que la Corte Constitucional me invitó a participar en una Sala Plena que realizó en Bogotá el 26 de Septiembre de 2016 con el objeto de acopiar argumentos para decidir sobre una demanda interpuesta contra la Ley 891/2004 ‘por la cual se declaran patrimonio cultural nacional las procesiones de semana santa y el festival de música religiosa de Popayán’.
Consideraba la demanda que un artículo de esa Ley “tiene por objeto otorgar privilegios a una organización religiosa particular; en este caso católica”, en perjuicio de otros grupos religiosos, lo cual lo haría inconstitucional.
[La fecha 26 de Septiembre me resulta inolvidable pues ese mismo día se firmó en Cartagena el Acuerdo de Paz con las FARC]
En mi corta intervención ante la Corte resalté que si bien la Iglesia Católica es un actor central de la Semana Santa, no solo los orígenes de esa celebración se remontan a culturas existentes miles de años antes de la aparición del cristianismo (culturas cuyo profundo sentido religioso y sus ritmos cotidianos se regían por los ciclos de la Luna y el Sol) sino que, como sucedió por ejemplo con el Carnaval del Mardi Gras que se celebró en New Orleans tras el desastre que generó el huracán Katrina en 2005, las procesiones de Popayán de 1984, que transcurrieron en medio de las ruinas que produjo el terremoto del Jueves Santo de 1983, cumplieron para la comunidad golpeada una “función sanadora, unificadora y consolidadora de la identidad individual y colectiva similar a la que cumplió ese carnaval tras el desastre”.
Con base en esas consideraciones y en las de otras personas invitadas a la Sala Plena, la Corte negó las pretensiones de la demanda y la Ley se declaró Constitucional.
Lo cierto es que las celebraciones de Semana Santa de 1984 en Popayán, constituyeron un verdadero y efectivo Ritual Colectivo de Resurrección.
Termino estas notas el 14 de Marzo con los siguientes interrogantes, mientras me entero de los resultados de las elecciones de ayer:
¿Cómo podemos contribuir a que esos resultados y lo que siga de ahora en adelante, contribuyan a sanar el espíritu enfermo de una comunidad consciente de que el mundo se encuentra ad-portas de una probable Tercera Guerra Mundial y de que la principal co-mortalidad de Colombia frente a la crisis es el conflicto armado interno que de manera tan directa y tan dura nos sigue golpeando en todas las regiones del Cauca?
¿Lograrán las celebraciones de Semana Santa de 2022 cumplir, aunque sea parcialmente, esa función de Ritual de Resurrección, en un mundo que debido al desastre se está transformado de manera tan profunda en todos los aspectos y en todos los niveles desde el global hasta el local y el personal?
Comprometámonos a alcayatar expresamente cada paso que demos, con esa intención.
Marzo 14, 2022
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