No sé qué decisión habrán tomado con respecto al viejo terminal del aeropuerto Eldorado, pero espero que no sea demolerlo. Ese terminal y su emblemática torre de control son un símbolo de Bogotá. Mutatis mutandi, tumbarlo equivaldría al error irreparable que cometieron al demoler la estación del ferrocarril en Popayán. Ciudades como Pereira, Palmira y Armenia convirtieron sus viejas estaciones del tren en centros culturales y hoy son hitos importantes de sus respectivos paisajes urbanos. Es inevitable para los patojos pasar por allí sin sentir vergüenza ante la indiferencia o la resignación con que permitimos que se demoliera la estación del tren en nuestra ciudad.Tumbar el hoy clásico terminal de Eldorado equivaldría a borrar un sector importante de la memoria de la ciudad.
Seguramente no faltan en Bogotá iniciativas sobre qué nuevo uso accesorio se le pueda dar a ese terminal. De todas maneras su función principal es existir y ser un símbolo de identidad en una ciudad y en una sociedad que necesita con tanta urgencia ese valor fundamental.
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