Me sorprende -por no decir que me cae gordo- que en nuestro país maravillosamente ecuatorial, en navidad decoren los edificios, las vitrinas y los centros comerciales, con nieve artificial, de cartulina o de icopor. Por eso, este año, me encantó la decoración del Centro Andino en Bogotá, con animales y lianas de la selva tropical, con Yubartas del Pacífico y con figuras del Museo del Oro, uno de esos lugares que debería ser requisito indispensable para obtener cédula de ciudadanía colombiana. (En años anteriores habíamos sido testigos, en el mismo Centro Andino, de intentos infructuosos de recrear los ambientes navideños de los climas templados).
¡No es común encontrarse con un tigre americano, subiendo y bajando incansablemente sobre un ascensor!
En una nota anterior, había llamado la atención sobre la paradoja de que, mientras aquí intentábamos parecernos "al norte", en la estación de Atocha, en Madrid, hacen enormes esfuerzos para recrear en su interior una selva tropical. Por eso resalto este esfuerzo por parecernos a lo que somos.
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