(Nota: Termino y 'subo' este artículo el 10 de Octubre de 2008 a las 5:35 de la mañana, cuando todavía no conozco lo que será el comportamiento de las bolsas de América del Norte y del Sur en esta jornada, pero cuando ya se sabe que se siguen desplomando las de Europa, el Pacífico y Asia.)
Varios textos sobre la llamada Teoría del Caos ponen el “Lunes Negro” (19 de octubre de 1987) como ejemplo de un sistema caótico autoalimentado: algo así como un calentador de agua con el termostato dañado… o programado para que mientras más caliente esté el agua, más suba la temperatura del dispositivo que calienta… hasta que estalla el sistema. (Ese “Lunes Negro” el Índice Dow Jones se derrumbó 22.6% en una sola jornada, una caída superior a la que, también en octubre, formalizó la crisis de 1929).
A partir de ahora, los artículos que se publiquen sobre el tema muy seguramente usarán como ejemplo el 10/10 (hoy 10 de octubre de 2008, cuando la caída del Dow Jones llega al 39.4% con respecto al 2007 y se desploman las bolsas del mundo) o el 10/9, o el 10/8, o cualquier otra fecha hasta el 9/19, cuando se comenzó a evidenciar la crisis financiera global que está generando una caída catastrófica y sin precedentes de los mercados de valores, y que está arrastrando al resto de la economía. (¡Este es el primero de esos artículos!)
Curiosamente estos tres graves momentos del sistema financiero mundial (1929, 1987, 2008) tienen lugar en temporadas de huracanes, otro ejemplo de sistemas caóticos autoalimentados.
Un sistema caótico es altamente sensible a las condiciones iniciales, y en su comportamiento influyen una cantidad enorme de factores, muchos -aparentemente- insignificantes, pero que pueden provocar grandes cambios.
Las “semillas” de estos fenómenos hidro-meteorológicos se forman sobre el golfo Pérsico, cruzan el África, atraviesan el Atlántico en donde, dadas las condiciones necesarias, se van “organizando” como depresiones tropicales, luego tormentas tropicales y finalmente huracanes. Generalmente alcanzan su mayor grado de fuerza cuando llegan a las cálidas aguas del Caribe.
La temperatura del mar calienta el aire de la superficie, que asciende “chupando” más calor y más aire y que al condensarse libera ese calor que retroalimenta positivamente el organismo tropical. Ese calor incrementa la fuerza del sistema, que además gira debido a las llamadas Corrientes o Fuerzas de Coriolis, ligadas a la rotación de la Tierra. El resultado son los huracanes, esos enormes ventiladores con poderosas aspiradoras en el centro.
A esa retroalimentación positiva nos referíamos al hablar de un termostato “dañado”, que mientras más caliente esté el agua, más incrementa la temperatura del sistema.
Lo contrario ocurre en la retroalimentación negativa, propia de los sistemas de control en aparatos de fabricación humana o en la naturaleza. En el caso del termostato “normal”, a medida que sube la temperatura del agua, baja la del dispositivo que calienta.
Y así funciona también la homeostasis o autocontrol en la naturaleza: mientras más insectos en un ecosistema, habrá más alimentos para las aves y, en consecuencia, más aves. Lo cual significa más presión sobre los insectos, o sea, menos insectos. Y menos insectos, menos alimentos para las aves, o sea menos aves, o sea menos presión sobre los insectos, o sea más insectos, o sea más alimentos para las aves, o sea menos insectos… y así sucesivamente. La retroalimentación negativa impide que tanto los insectos como las aves se conviertan en plagas.
La crisis financiera global es otro ejemplo de retroalimentación positiva: cuando los primeros bancos anuncian sus problemas financieros (debido, en este caso, a la crisis hipotecaria) cunde el pánico entre inversionistas y ahorradores, que corren a retirar sus depósitos. Los bancos cierran los créditos, con lo cual se reduce el flujo de dinero. Al haber menos dinero se reducen las inversiones y en general la actividad económica, situación que arrastra a las empresas de todos los sectores. Consecuencia: despidos masivos, menos capacidad de pago de la gente, mayor crisis financiera. Y así sucesiva e incontroladamente, hasta que la crisis adquiere las dimensiones de un huracán financiero, que arrasa con la llamada “economía real” (para diferenciarla de la economía ficticia, basada en la mera especulación del dinero y la explotación de las expectativas).
¿Por qué los mecanismos de retroalimentación negativa no funcionan en el sistema financiero? Porque al capitalismo, para mantenerse "sano", no le basta con permanecer "estable", sino que debe crecer todos los días, de manera indetenible y compulsiva. Si lo mismo nos sucediera a las personas, terminaríamos todos como ese mexicano que falleció hace un par de días con 452 kilos de peso.
¿Y por qué, a pesar de las medidas que han tomado los gobiernos de Estados Unidos y de la Comunidad Europea, el huracán financiero no retrocede sino que, por el contrario, se agudiza?
¿No será porque los millones de dólares y de euros en que esas medidas se concretan se le están inyectando o se le van a inyectar al sistema financiero y no directamente a la economía real, a la que verdaderamente produce bienes y servicios concretos?
Están intentando apagar el huracán con vapor de agua, lo cual incrementa el poder destructor del sistema.
En la naturaleza, normalmente, los huracanes pierden fuerza cuando dejan las aguas del mar, de donde derivan su combustible, y penetran en “tierra firme”.
Si directamente se invirtieran esas sumas astronómicas en la satisfacción de las necesidades prioritarias de la gente (vivienda, seguridad alimentaria, educación, salud, seguridad social, en fin: en real calidad de vida), o sea, en la “tierra firme” de las sociedades, ¿no se reactivarían la confianza de la gente y las economías de los países? Deberíamos aprender de la naturaleza.
Me pregunto –y se preguntarán los lectores y lectoras- por qué yo, que soy un ignorante en el tema, me hago estas preguntas, y no se las hacen los grandes genios de la economía. (Aunque bueno: más o menos eso mismo está diciendo Obama, por lo que McCain lo tacha de antipatriota).
¿Pero no son esos grandes genios los que manejan el mundo y lo tienen al borde (interno) del colapso?
Ñapa. Vean esta curiosidad:
Lunes negro de 1987: el parqué de Wall Street hizo crash
P. Vega, P. Calvo, V. Varó
“Aunque los hechos ocurrieron el lunes 19 de octubre, el caldo de cultivo de la crisis ya se había fraguado en las sesiones previas. Incluso el clima parecía adivinar la que se venía encima. "El Lunes Negro siguió a un fin de semana de tiempo terrible en el Reino Unido. El viernes tuvimos una tormenta en el Reino Unido que causó daños considerables y derribó árboles y edificios", relata Richard Reid, que actualmente es director de inversiones en Europa de Citi y que fue testigo directo del crash porque hace veinte años ya trabajada en la banca de inversión.
Más que una metáfora, ese temporal también se dejó notar en los parqués, que antes del 19 de octubre ya cayeron con fuerza. Entre el 14 y el 16 de octubre, el Dow se había dejado un 10,5 por ciento, descenso que provocó que la revista Time llevara en su portada de aquella semana el titular Masacre de octubre en Wall Street. Como había pasado en 1929, el décimo mes del año se cruzaba otra vez en el camino de los inversores.”
A partir de ahora, los artículos que se publiquen sobre el tema muy seguramente usarán como ejemplo el 10/10 (hoy 10 de octubre de 2008, cuando la caída del Dow Jones llega al 39.4% con respecto al 2007 y se desploman las bolsas del mundo) o el 10/9, o el 10/8, o cualquier otra fecha hasta el 9/19, cuando se comenzó a evidenciar la crisis financiera global que está generando una caída catastrófica y sin precedentes de los mercados de valores, y que está arrastrando al resto de la economía. (¡Este es el primero de esos artículos!)
Curiosamente estos tres graves momentos del sistema financiero mundial (1929, 1987, 2008) tienen lugar en temporadas de huracanes, otro ejemplo de sistemas caóticos autoalimentados.
Un sistema caótico es altamente sensible a las condiciones iniciales, y en su comportamiento influyen una cantidad enorme de factores, muchos -aparentemente- insignificantes, pero que pueden provocar grandes cambios.
Las “semillas” de estos fenómenos hidro-meteorológicos se forman sobre el golfo Pérsico, cruzan el África, atraviesan el Atlántico en donde, dadas las condiciones necesarias, se van “organizando” como depresiones tropicales, luego tormentas tropicales y finalmente huracanes. Generalmente alcanzan su mayor grado de fuerza cuando llegan a las cálidas aguas del Caribe.
La temperatura del mar calienta el aire de la superficie, que asciende “chupando” más calor y más aire y que al condensarse libera ese calor que retroalimenta positivamente el organismo tropical. Ese calor incrementa la fuerza del sistema, que además gira debido a las llamadas Corrientes o Fuerzas de Coriolis, ligadas a la rotación de la Tierra. El resultado son los huracanes, esos enormes ventiladores con poderosas aspiradoras en el centro.
A esa retroalimentación positiva nos referíamos al hablar de un termostato “dañado”, que mientras más caliente esté el agua, más incrementa la temperatura del sistema.
Lo contrario ocurre en la retroalimentación negativa, propia de los sistemas de control en aparatos de fabricación humana o en la naturaleza. En el caso del termostato “normal”, a medida que sube la temperatura del agua, baja la del dispositivo que calienta.
Y así funciona también la homeostasis o autocontrol en la naturaleza: mientras más insectos en un ecosistema, habrá más alimentos para las aves y, en consecuencia, más aves. Lo cual significa más presión sobre los insectos, o sea, menos insectos. Y menos insectos, menos alimentos para las aves, o sea menos aves, o sea menos presión sobre los insectos, o sea más insectos, o sea más alimentos para las aves, o sea menos insectos… y así sucesivamente. La retroalimentación negativa impide que tanto los insectos como las aves se conviertan en plagas.
La crisis financiera global es otro ejemplo de retroalimentación positiva: cuando los primeros bancos anuncian sus problemas financieros (debido, en este caso, a la crisis hipotecaria) cunde el pánico entre inversionistas y ahorradores, que corren a retirar sus depósitos. Los bancos cierran los créditos, con lo cual se reduce el flujo de dinero. Al haber menos dinero se reducen las inversiones y en general la actividad económica, situación que arrastra a las empresas de todos los sectores. Consecuencia: despidos masivos, menos capacidad de pago de la gente, mayor crisis financiera. Y así sucesiva e incontroladamente, hasta que la crisis adquiere las dimensiones de un huracán financiero, que arrasa con la llamada “economía real” (para diferenciarla de la economía ficticia, basada en la mera especulación del dinero y la explotación de las expectativas).
¿Por qué los mecanismos de retroalimentación negativa no funcionan en el sistema financiero? Porque al capitalismo, para mantenerse "sano", no le basta con permanecer "estable", sino que debe crecer todos los días, de manera indetenible y compulsiva. Si lo mismo nos sucediera a las personas, terminaríamos todos como ese mexicano que falleció hace un par de días con 452 kilos de peso.
El mexicano José Luis Garza, de 47 años, quien murió hace dos días en México (Foto: internet)
¿Se volverá el símbolo del sistema financiero global?
¿Se volverá el símbolo del sistema financiero global?
¿Y por qué, a pesar de las medidas que han tomado los gobiernos de Estados Unidos y de la Comunidad Europea, el huracán financiero no retrocede sino que, por el contrario, se agudiza?
¿No será porque los millones de dólares y de euros en que esas medidas se concretan se le están inyectando o se le van a inyectar al sistema financiero y no directamente a la economía real, a la que verdaderamente produce bienes y servicios concretos?
Están intentando apagar el huracán con vapor de agua, lo cual incrementa el poder destructor del sistema.
En la naturaleza, normalmente, los huracanes pierden fuerza cuando dejan las aguas del mar, de donde derivan su combustible, y penetran en “tierra firme”.
Si directamente se invirtieran esas sumas astronómicas en la satisfacción de las necesidades prioritarias de la gente (vivienda, seguridad alimentaria, educación, salud, seguridad social, en fin: en real calidad de vida), o sea, en la “tierra firme” de las sociedades, ¿no se reactivarían la confianza de la gente y las economías de los países? Deberíamos aprender de la naturaleza.
Me pregunto –y se preguntarán los lectores y lectoras- por qué yo, que soy un ignorante en el tema, me hago estas preguntas, y no se las hacen los grandes genios de la economía. (Aunque bueno: más o menos eso mismo está diciendo Obama, por lo que McCain lo tacha de antipatriota).
¿Pero no son esos grandes genios los que manejan el mundo y lo tienen al borde (interno) del colapso?
Ñapa. Vean esta curiosidad:
Lunes negro de 1987: el parqué de Wall Street hizo crash
P. Vega, P. Calvo, V. Varó
“Aunque los hechos ocurrieron el lunes 19 de octubre, el caldo de cultivo de la crisis ya se había fraguado en las sesiones previas. Incluso el clima parecía adivinar la que se venía encima. "El Lunes Negro siguió a un fin de semana de tiempo terrible en el Reino Unido. El viernes tuvimos una tormenta en el Reino Unido que causó daños considerables y derribó árboles y edificios", relata Richard Reid, que actualmente es director de inversiones en Europa de Citi y que fue testigo directo del crash porque hace veinte años ya trabajada en la banca de inversión.
Más que una metáfora, ese temporal también se dejó notar en los parqués, que antes del 19 de octubre ya cayeron con fuerza. Entre el 14 y el 16 de octubre, el Dow se había dejado un 10,5 por ciento, descenso que provocó que la revista Time llevara en su portada de aquella semana el titular Masacre de octubre en Wall Street. Como había pasado en 1929, el décimo mes del año se cruzaba otra vez en el camino de los inversores.”
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