"Nos quedó pendiente la tarea de conocer el territorio, de reconocernos en él, y de construir una economía y una política a partir de ese conocimiento"
William Ospina
"Pa que se acabe la vaina"
Esta imagen de Google Earth permite ubicar la zona en donde son tomadas las primeras fotos: entre la desembocadura el río Fucha en el río Bogotá (marca verde a la derecha) y la desembocadira del río Tunjuelo o Tunjuelito, también en el río Bogotá (marca verde a la izquierda). Cerca al borde superior derecho se ve el aeropuerto de Eldorado.
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Esa horqueta es la desembocadura del Fucha en el Bogotá, fácil de identificar desde el aire
Aprovechen y se dan una voladita por las fuentes del Fucha
Aprovechen y se dan una voladita por las fuentes del Fucha
Dada su situación con respecto al aeropuerto Eldorado, muchos vuelos pasan por ahí y yo había tenido oportunidad de fotografiar la desembocadura del Fucha desde distintos ángulos. Pero nunca -sólo hasta el viernes pasado- había caminado y menos navegado por esa zona
Hacia el final del atardecer. Ese pequeño espejo de agua es el pondaje de La Magdalena, un aliviadero del caudal de Fucha. Por razones más de carácter jurídico que técnico -explican los técncos de la Empresa de Acueducto de Bogotá- no ha podido funcionar hasta ahora con todo su potencial.
Desmbocadura del río Tunjuelo o Tunjuelito en el Bogotá. Este río nace en la laguna de Los Tunjos en el páramo de Sumapaz. Pasen también por ahí.
A pocos metros de la desembocadura
Gran parte de las 40 mil hectáreas que hoy conforman la costra urbana de Bogotá se encuentran por debajo del nivel de varios ríos y quebradas que cruzan o que tocan la ciudad, porque a lo largo de más de cuatro siglos Bogotá ha venido creciendo sobre el fondo de lo que fue un gran lago hasta cuando se desaguó por el Salto del Tequendama.
Durante el siglo pasado se desecaron casi 50 mil hectáreas de humedales, vestigios del antiguo lago, pero el espíritu (la dinámica) del agua sigue ahí. Algo similar sucede, por ejemplo, en New Orleans: la ciudad debe protegerse con altos jarillones de las aguas del lago Pontchartrain cuyo nivel máximo se encuentra por encima de ella. Gran parte del desastre desencadenado por Katrina en 2005 se debió a la ruptura de algunos de esos jarillones. Cuando el fenómeno de La Niña 2010-2011, las aguas del río Bogotá entraron a reclamar lo que varios siglos de intervenciones humanas -en particular durante el siglo XX- le han venido quitando.Los jarillones vieron sobrepasada su capacidad.
Durante el siglo pasado se desecaron casi 50 mil hectáreas de humedales, vestigios del antiguo lago, pero el espíritu (la dinámica) del agua sigue ahí. Algo similar sucede, por ejemplo, en New Orleans: la ciudad debe protegerse con altos jarillones de las aguas del lago Pontchartrain cuyo nivel máximo se encuentra por encima de ella. Gran parte del desastre desencadenado por Katrina en 2005 se debió a la ruptura de algunos de esos jarillones. Cuando el fenómeno de La Niña 2010-2011, las aguas del río Bogotá entraron a reclamar lo que varios siglos de intervenciones humanas -en particular durante el siglo XX- le han venido quitando.Los jarillones vieron sobrepasada su capacidad.
Del lado interno del jarillón
Arco del meandro del río Bogotá que recibe las aguas del Fucha
A raiz del desastre 2010-2011 la CAR (Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca) comenzó un proceso que hoy está en plena marcha, de dragar el río y de construir nuevos jarillones para acercarse a lo que fuera su antigua sección, y para que el agua recupere su derecho a correr. Han sido tantas las intevenciones a que ha sido sometido históricamente el río Bogotá, que se puede afirmar que gran parte de su cauce es artificial. El río no se resigna y a la menor oportunidad sale a reclamar.
La Empresa de Acueducto, Alcantarillado y Aseo de Bogotá EAAB, tiene jurisdicción sobre el recorrido urbano del río Bogotá y de todos sus afluentes. Dado que gran parte de la ciudad está por debajo del nivel de ríos como el Tunjuelo y el Bogotá, las aguas lluvias y residuales deben ser bombeadas, lo cual genera dificultades especiales para el manejo de la red hídrica de la ciudad. Foto: Planta de bombeo Gibraltar.
El avance de la costra urbana sobre las ronda -los dobladillos- del río Bogotá. Sectores de Maryland y San Bernardino en la localidad de Bosa
El pondaje de La Magdalena que recoge aguas lluvias para quitarle carga al Fucha.
Foto Enero 31, 2014
Avifauna del pondaje ¿Será que algún día, por lo menos las generaciones por venir, podrán ver así las aguas del río Bogotá?
En este punto, cercano a la desembocadura del Tunjuelo, nos embarcamos para navegar por el río Bogotá. El puente del fondo no aparece en las fotos de Google pues se encuentra en plena construcción. Forma parte de la porción ya construida de la ALO (Avenida Longitudinal de Occidente)
La desembocadura del Tunjuelo o Tunjuelito desde el cauce del Bogotá
Reconocernos en el territorio del río Bogotá, como propone William Ospina en el epígrafe, significa tomar consciencia de que todas y cada una de las ocho millones de personas que formamos parte de esta ciudad, le aportamos diariamente un promedio aproximado de media libra de materias fecales, para un total de dos mil (2000) toneladas al día. Conocer de cerca y dialogar con el río Bogotá significa estar en contacto con el metabolismo -la digestión- de la ciudad. Esto sin contar la gran cantidad de metales pesados, detergentes y otras sustancias contaminantes que le aporta la actividad humana, pero sin pasar por nuestro interior. Recordemos que en promedio cada habitante de Bogotá genera diariamente un kilo de desechos sólidos (basuras) para un total de ocho mil toneladas, de las cuales por lo menos seis mil van a dar al relleno sanitario Doña Juana.
La mayor sorpresa que uno se lleva es que, si bien las aguas son totalmente incapaces de sostener cualquier forma de vida (con excepción, seguramente, de microorganismos anaeróbicos patógenos), los paisajes son mucho más bonitos de lo que se pudiera esperar para un río que tiene fama de estar entre los más contaminados del mundo. Claro que eso no es sorpresa para las instituciones públicas y organizaciones no gubernamentales que llevan muchos años trabajando por la recuperación del río. Mis respetos a ellas.
A orillas de esta porción del río hay haciendas agrícolas y ganaderas
La expresión más dramáticamente evidente de la contaminación es el mal olor, aunque resulta insignificante en comparación con la fetidez del agua y del aire en el Salto del Tequendama. En las fotos de arriba se ven dos manifestaciones de los gases que afloran entre las aguas del río, posiblemente metano el principal.
Basura se ve en las orillas, pero no tanta como se pudiera esperar
Los gallinazos no son parte del problema sino de la solución. Pero claro, el hecho de que consigan trabajo en ese lugar, es evidentemente un indicador de contaminación.
Nada de lo que aquí se afirma refleja necesariamente la posición oficial de la EAAB
Fabricación de carbón de madera
LA ARDUA TAREA DE DRAGAR
Durante una gran parte de este segmento del río están trabajando las dragas contratadas por la CAR y se adelanta la ya mencionada estrategia de correr los jarillones para ampliar el cauce del río.
En el sector de Alicachín termina por ahora nuestra escuela fluvial. En la foto de arriba las aguas corren de derecha a izquierda, en dirección al Salto del Tequendama.
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Mis agradecimientos a la EAAB por la posibilidad de realizar este recorrido, que forma parte del propósito de entender a fondo el significado teórico y práctico de reconocer el agua como eje ordenador del territorio.
Nada de lo que aquí se afirma refleja necesariamente la posición oficial de la EAAB
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