lunes, febrero 15, 2016

¿Bogotá no necesita sabios?


¿Renunciaría hoy una institución de salud a un investigador especializado en el zika?

“España no necesita sabios”

El próximo 29 de Octubre se cumplen 200 años del fusilamiento por la espalda del Sabio Francisco José de Caldas.


Al Capitán de Fragata Pascual Enrile, oficial del ejército del “Pacificador” Pablo Morillo, se le atribuye, posiblemente de manera apócrifa, la tristemente famosa frase “España no necesita sabios”. Otros se la adjudican a Morillo.

Se cuenta que lo mismo - “la República no necesita sabios”-  había dictaminado un tribunal de la Revolución Francesa cuando ordenó guillotinar a Antoine Laurent Lavoisierhoy honrado con el título de “Padre de la química moderna”.

Lo cierto es que Caldas, junto con Miguel Bush (español que respaldaba la causa independentista) y Francisco Antonio Ulloa (patojo como Caldas), fueron pasados por las armas en la entonces plazuela de San Francisco de Bogotá, hoy parque Santander (frente a la DIAN).

En desarrollo de la llamada “Reconquista Española” (Vamos a recuperar la Nueva Granada), se tomaron represalias contra todos los que habían tenido algo que ver con el “Grito de Independencia” del 20 de Julio de 1810 y que a partir de allí protagonizaron ese periodo que pasó a la historia como “La Patria Boba”.

El “Pacificador” ordenó reformatear todos los discos, borrar todas las memorias, fusilar a todos sus opositores y adelantar una campaña de represión general que culminó (al menos con esos protagonistas) con la Batalla de Boyacá el 7 de Agosto de 1819.


Se salvaron los icones o dibujos de la Real Expedición Botánica, de la cual habían formado parte varios de los fusilados, porque Morillo, en un rapto de sensibilidad estética más que de interés científico, ordenó enviarlos a España, pero desaparecieron los documentos escritos que describían el contenido de las láminas.

150 años después le correspondió a ÁlvaroFernández Pérez, otro naturalista de Popayán, coterráneo de Caldas, reconstruir los textos de uno de los tomos sobre orquídeas de la Expedición Botánica.

Estados Unidos sí necesita sabios

En 1945, cuando ya la Alemania nazi tenía definitivamente perdida la guerra, los Estados Unidos llevaron a cabo la llamada “Operación Paper Clip” cuyo objetivo era sacar de Alemania una gran cantidad de científicos que habían participado en el desarrollo de armas y en otras investigaciones e invenciones al servicio del Tercer Reich.

Formó parte de ese botín de guerra el ingeniero aeroespacial Werner von Braun, quien logró entregarse, junto con otros científicos, al ejército de los Estados Unidos, antes de que llegaran los soviéticos a Peenemünde, el centro de investigación y desarrollo de cohetes de los alemanes. En ese centro nació, nada menos, el cohete V2, un misil supersónico con que los nazis bombardearon muchas veces varios objetivos, entre otros la ciudad de Londres.

Posiblemente habría habido argumentos suficientes para sentar a von Braun y a otros científicos de Peenemünde ante los tribunales, pero no: prefirieron asentarlos en un centro de investigación para que avanzaran en el desarrollo de la cohetería moderna y en 1955 le otorgaron a von Braun la nacionalidad norteamericana para vincularlo a la Nasa para que dirigiera la construcción de los cohetes Saturno.

Resultado: en 1969 el Saturno V, el cohete diseñado por von Braun, llevó por primera vez tres astronautas gringos a la Luna.

Como que Bogotá no necesita sabios…

La semana pasada, en el evento en el cual el Presidente de la organización Conservation International confirmó oficialmente la buena noticia de que su oficina para América del Sur había sido establecida en Bogotá, me enteré de la mala noticia de que Mauricio Díazgranados había sido removido de la Subdirección Científica del Jardín Botánico de esta misma ciudad, posición que venía desempeñando desde Mayo 2014 cuando Luisz Olmedo Martínez, el magnífico ex-Director del Jardín, lo convenció de que asumiera ese cargo.


Nadie niega ni cuestiona, por supuesto, la facultad de los gobernantes para elegir su equipo y para ejercer la facultad “de libre nombramiento y remoción” de sus colaboradores, pero no deja de sorprender que la Alcaldía Distrital y el Jardín Botánico se deshagan de un científico de la categoría internacional de Diazgranados: biólogo de la Universidad Javeriana con especialización en bioética en la misma universidad y doctorado en Biología de la Universidad de Saint Louis, Missouri, por recomendación expresa del Jardín Botánico de esa ciudad, con el cual la Universidad trabaja en llave.

No viene al caso presentar aquí el resultado de la actividad de Diazgranados en el Jardín Botánico de Bogotá, pero sí resaltar que bajo la dirección general de Luisz Olmedo Martínez y su equipo, cuyo componente científico lideró Diazgranados, se alcanzaron resultados concretos que pueden analizarse en detalle en el Informe de Gestión que presentó la Dirección saliente. Reconozco la elegancia del Jardín Botánico al conservar estos informes en su página web.


En los últimos años el Jardín se internacionalizó a través de acuerdos de cooperación suscritos o en proceso con el Reino Unido (Kew Gardens), Alemania (Berlín), EUA (Missouri y Smithsonian), Mexico (Universidad de Veracruz), Costa Rica (Lancaster Botanical Garden), Ecuador (Yachay Tech), Chile (Universidad de Valparaíso), Argentina (Universidad de Buenos Aires) y Brasil (Universidad de Sao Paulo).

Pero lo que más hay que lamentar del retiro de Diazgranados del Jardín es que, precisamente en este momento, se haya renunciado a un científico cuya especialidad es el estudio de la vulnerabilidad y de la respuesta adaptativa de los frailejones y demás especies de la biodiversidad de los páramos frente al cambio climático. 

La Corte Constitucional acaba de ratificar desde el ámbito jurídico, la importancia de los páramos para la viabilidad presente y futura del territorio colombiano, y es bien sabido que esos ecosistemas únicos están gravemente amenazados por el cambio climático. ¿Sacaría una institución de salud, en este preciso momento, a un investigador especializado en el zika?


Diazgranados y el equipo de científicos y jardineros especializados que él lideraba, lograron, con enormes esfuerzos, darle a vida en Bogotá a la única réplica de páramo que existe en el mundo. Las dificultades para hacerlo confirman la irreplicabilidad de estos ecosistemas y la importancia de protegerlos de todas las amenazas que los acechan.

Que yo sepa, este biólogo no tiene ningún tipo de filiación ni de militancia política. De tenerla, estaría ejerciendo legítimamente sus derechos constitucionales y eso no invalidaría ni su autoridad ni su trayectoria científica, pero lo más cercano que estuvo de la turbulenta política distrital, fue que en todos los modernos laboratorios que dejó instalados en el Jardín Botánico, trabajaban con Cajas de Petri. Yo le advertí que no faltaría algún “Pacificador” capaz de incurrir en un malentendido ideológico.

El evento de Conservation International al que hice referencia algunos párrafos arriba, estuvo inspirado por un lema: “Nature doesn’t need people, people need Nature” (La Naturaleza no necesita de la gente, pero la gente sí necesita de la naturaleza). Estoy totalmente de acuerdo con esa premisa, pero creo que en este caso particular la Naturaleza, y en particular la biodiversidad bogotana, sí necesitan un científico como Mauricio Diazgranados.

No olvidemos que el páramo más grande de la galaxia -el de Sumapaz- se encuentra en territorio del Distrito, y que el 70% del agua que consumimos cerca de 9 millones de personas en Bogotá y algunos municipios vecinos, proviene del páramo de Chingaza. Ambos páramos, como los demás de Colombia y de Suramérica, deben estar en cuidados intensivos y necesitan gente preparada que los entienda y atienda.

Concluyo esta nota con una reflexión de Miguel Delibes de Castro, en un artículo sobre Caldas que recomiendo leer. Se titula “España sí necesita sabios y en ella dice este autor español:

“Nos avergüenza Enrile, más tarde brillante gobernador de Filipinas. Pero tengo la impresión de que aún muchos consideran que los sabios son, entre nosotros, un prescindible adorno.” 

Gustavo Wilches-Chaux
Bogotá, Febrero 15 de 2016