sábado, noviembre 12, 2016

LA NECESIDAD DE UNA CULTURA URBANA ANFIBIA EN BOGOTÁ


A pesar de que el sector se llama El Lago, poca gente se acuerda de que esta construido sobre lo que hasta mediados del siglo pasado fue un verdadero lago

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Este charco nos recuerda que no solamente este sector, sino todo Bogotá, tiene un desafío de supervivencia: darle sentido a la Cultura Anfibia en una ciudad del siglo XXI, con casi 9 millones de habitantes y más de 40 mil hectáreas de extensión. De lo contrario vamos a ser testigos, entre otros fenómenos, de nuevos hoyos chupadores como el que se presentó en 2011 en la carrera 11 con calle 98. Ese caso se solucionó, pero es evidente que las dinámicas del antiguo lago sobre el que está construido Bogotá siguen presentes bajo la costra urbana del Distrito Capital.Se pueden ver edificios "ladeados" en varios sectores de Bogotá.

Este charco puntual puede ser causado por una alcantarilla obstruida o por alguna otra causa "menor", pero es una señal del territorio que no debemos desatender. Como lo son los múltiples estragos que está generando en Bogotá y Soacha esta temporada de lluvias; emergencias que no son nuevas, porque se repiten año tras año cada vez que llueve con alguna intensidad.




Una versión urbana de este cuadro de Escher:


El Inventario de Humedales elaborado por el Instituto Humboldt demostró que los aeropuertos de los principales ciudades del país, comenzando por Eldorado, están construidos sobre humedales. La adaptación de Colombia a los extremos climáticos exige que la infraestructura estratégica del territorio esté en muy buenos términos con la dinámicas del agua. De eso depende, entre otras muchas cosas, la competitividad nacional e internacional de estos territorios del agua.

Recordemos que cuando don Gonzalo Jimenez de Quesada llegó a esta región, ya existían aquí una avanzada cultura anfibia: los muiscas. Lo que el conquistador fundó el 6 de Agosto de 1538 fue el primer barrio de invasión a los cerros orientales, con lo cual comenzó a cambiar totalmente la lógica de convivencia con las dinámicas del agua.

Recordemos también que grandes sectores de Bogotá se encuentran bajo el nivel de los ríos, y que existen muchos kilómetros de jarillones evitando la inundación de esos sectores. 

La ciudad adaptada al cambio climático necesita conservar y fortalecer los dobladillos que le permiten reconciliarse y convivir con las dinámicas del agua. Uno de esos dobladillos es la Reserva van der Hammen, como lo son también los cerros orientales y las cinco subcuencas que van a desembocar al río Bogotá.


Que el nuevo POT de Bogotá no vuelva a cometer el gran error que cometieron los conquistadores españoles hace 478 años: desconocer que este territorio pertenece al agua





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