En el año 2005 la organización ACT (Action Churches Together) me invitó a realizar una charla sobre gestión del riesgo en el Portal del Oasis, entonces un barrio de invasión en Ibagué. Los habitantes habían tomado la decisión de desbaratar el barrio para volverlo a construir, pero esta vez de manera que las casas se alejaran del borde de la ladera vecina, que comenzaba a dar señales de quererse deslizar. Un perfecto ejemplo de ordenamiento territorial con participación de la naturaleza y de la comunidad.
2005
Desde el primer momento, me llamó la atención el afán estético de los habitantes del barrio. No había cambuche sin antejardín o sin materas.
En el barrio eran conscientes de que las dificultades para acceder al agua potable (¿?) y el "ancho" de las vías de acceso a las viviendas, representaban graves riesgos para los habitantes. Ya habían tenido problemas cuando se necesitaba sacar a una persona enferma o cuando un incendio en algún cambuche amenazaba a todo el barrio.
Tomaron entonces la decisión de rehacer el barrio. Yo les solicité al comenzar la charla: "Levanten la mano las personas expertas en gestión del riesgo". Nadie la levantó, porque nunca habían oído esas palabras. Entonces les dije: "Levántenla todos, porque lo que están haciendo es gestión del riesgo de la mejor calidad".
Allá comencé a darme cuenta de que los derechos de la infancia constituyen unos prácticos "principios orientadores" para cualquier proceso de desarrollo humano y unos buenos indicadores de avance hacia la verdadera sostenibilidad.
2006
Un año después regresé al barrio: estaba en plena marcha el proceso de transformación.
La "olla comunitaria" es la expresión mestiza de la minga indígena... y una estrategia eficaz para salir de la olla.
El riesgo de desbaratar el barrio era enorme, pero decidieron correrlo.
Los resultados comenzaban a verse. ACT los apoyaba con algunos recursos y con acompañamiento técnico. La gente del barrio aportaba su inteligencia, su creatividad, la mano de obra y cada cual sus propios ahorros.
Conjuntamente con el reordenamiento del barrio y la construcción de las casas, se realizó la reforestación de la cañada y un programa de educación ambiental alrededor del sendero ecológico.
Esta mirada debe resultarle familiar a quien tenga mi libro "Brújula, bastón y lámpara para trasegar los caminos de la Educación Ambiental" (MAVDT, 2006)
2010
Tuve oportunidad de regresar al barrio la semana pasada, cuatro años después de mi visita anterior. Los frutos del esfuerzo colectivo saltan a la vista.
Esta es la típica planta "silvestre" que crece donde se le dá la gana... y que por más cuidados que se le brinden, no prospera cuando se trasplanta.
Aún en medio de las condiciones de pobreza económica, la nota predominante sigue siendo la reafirmación de la dignidad vital.
Comparen estas calles con las que existían en 2005.
Las plantas siguen siendo habitantes muy importantes del barrio.
El proceso de mejoramiento y de construcción es permanente.
Hasta las abejas trabajan en ese barrio como abejas.
Me llamó especialmente la atención esta experiencia de "agricultura urbana" sobre un techo de zinc.
Amplíe la foto con un click
Ni un gramo de tierra se puede desperdiciar: una lección importante para una humanidad que llega a los siete mil millones de integrantes, en un planeta con cambio climático y recursos limitados.
Y tampoco se puede desperdiciar ni una gota de agua. De ese, que antes era un barrio tugurial, todos tenemos mucho que aprender.
Aunque por alguna razón los programas de educación ambiental no han tenido (por ahora) la necesaria continuidad, la cañada quedó reforestada. Todos estos guaduales fueron sembrados por la comunidad.
La gestión del riesgo sí quedó plenamente incorporada a la vida cotidiana.
Esta vez no me encontré con este "Divino Niño" que fotografié en 2005... pero no me cabe duda de que le enseñó a la gente el secreto para hacer grandes milagros.
Protagonistas del milagro cotidiano: la gente -de todas las edades- del Portal del Oasis
César, el gran líder de una comunidad donde todo el mundo es líder en la tarea que debe adelantar.
Doris Pérez, de ACT, me regaló en 2005 la foto de esta zanahoria autoentrepiernada. Creo que ninguna otra imagen representa mejor la importancia invaluable del amor propio y de la unión.
Gustavo, me gusta mucho lo que escribes siempre, pero debo decir que las fotografías me conmueven mucho, un abrazo, Esperanza Cerón
ResponderBorrarMe declaro su Fan, tuve la oportunidad de verlo en una charla en la JAveriana y decidi seguirle los pasos, disfruto mucho de sus blogs, y especialmente de esta experiencia que la logrado retatar. La divulgaré pues me parce primoridial enseñarla...
ResponderBorrarAsi no me conozca un abrazo
Esperanzador ver que los procesos de autogestión aún germinan en el país. Es que no sólo se reconstruye un barrio, sino un sentido de comunidad, de indentidad. Lindas fotos también. Son ejemplos que habría que divulgar ampliamente... la gente debe recordar que "familias en acción" no es hacer interminables filas y recibir cualquier pesito.
ResponderBorrarFelicitaciones!
Qué entrada tan bonita. Conmovedor el trabajo de esa comunidad, gracias por compartirlo.
ResponderBorrarFantástico trabajo, el logro, la unión el proceso. Muchos de los cambio permanentes que necesitamos en este país exigen tiempo, respeto e inclusión de las instituciones y los ciudadanos. Muy bonito! saludos!
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