sábado, julio 22, 2006

¿HOY HAY MÁS DESASTRES QUE ANTES?

"La población urbana del mundo, que en 1960 era sólo de 750 millones de personas, alcanzó los 3.000 millones en 2002, y se espera que en 2030 supere los 5.000 millones". Joel Kotkin, "La Ciudad - Una historia global" (Barcelona, 2006)


Panorámica de Bogotá - G. Wilches-Chaux
Un tercio de la población colombiana se concentra en tres áreas metropolitanas


¿Hoy hay más desastres que antes, o es que andamos mejor informados?

Ambas cosas.

No solamente estamos mejor informados, sino que podemos ser testigos, en vivo y en directo, de los fenómenos que desencadenan los desastres, aún mientras están sucediendo.

Pero también están ocurriendo más desastres que antes, mucho más complejos y más destructores.

Me refiero a grandes desastres, de los que mojan prensa. Porque mientras tanto, siguen ocurriendo los “pequeños”, esos de los que solo se enteran los afectados y de pronto los alcaldes. Los que por su “modestia” no despiertan solidaridad internacional ni movilizaciones de ayuda, pero que sumados causan más daños que todos los grandes.


Sector de Quebrada Limas en Bogotá - G. Wilches-Chaux, 2005
En el caso de los desastres de origen hidrometeorológico -como las sequías, las inundaciones y los huracanes- las amenazas, es decir, los procesos que disparan los desastres, están aumentando, en gran parte como consecuencia de la actividad humana.


Aguacero en Riohacha - G. Wilches-Chaux
Y ojo a que ponemos ejemplos de fenómenos relacionados con el clima, que están ocupado todos estos días a los noticieros de manera simultánea: la sequía en el Amazonas y las inundaciones en Centroamérica y México, desencadenadas por el huracán Stan, que ha resultado más destructor que Mitch en 1998. Para no mencionar las consecuencias de la ola invernal en Bello (Antioquia) y en otros lugares de Colombia. En este momento Katrina y Rita ya parecen historias de un remoto pasado, a pesar de que apenas ha transcurrido un mes largo desde la llegada del primero al Golfo de México.

Aunque es cierto que los huracanes aumentan o disminuyen como consecuencia de ciclos naturales, y que ahora nos encontramos en un ciclo de “alta” que puede durar otros veinte años, también lo es que cada vez quedan menos dudas sobre el aporte al calentamiento de la Tierra de las actividades humanas, como la contaminación atmosférica y la tala de bosques.

La forma predominante de eso que llamamos –con mayúsculas- “Desarrollo”, cada vez hace más vulnerables a más habitantes de la especie humana. Incluidas muchas comunidades de los paises industrializados, como lo demostró Katrina, y como lo demostró la ola de calor durante la cual murieron 15.000 personas en Francia hace dos años.


New York: una ciudad infinita, alucinante. G. Wilches-Chaux

En otras palabras: los fenómenos hidrometeorológicos sí están aumentando, en cantidad y en poder destructivo. Con cambios de comportamiento que podrían afectar de manera particular a Colombia. Durante la temporada de huracanes 2004 y principios de la de este año, parecía haber indicios de que las rutas de los huracanes estaban tendiendo a acercarse a las costas colombianas (Iván, Emily...). Los últimos huracanes de la temporada 2005, por el contrario, se han alejado, pero eso no es suficiente para descartar esa amenaza.

No podemos afirmar, en cambio, que hoy haya más terremotos, o más erupciones volcánicas que antes. Pero sí podemos asegurar, sin lugar a dudas, que hoy un terremoto o una erupción volcánica puede causar –y de hecho está causando- muchísimos más daños, debido al aumento de la vulnerabilidad humana.

Esa vulnerabilidad aumenta porque hoy somos más personas y vivimos más apretadas. Ya no deberíamos hablar de especie humana sino de “especie urbana”.



Nueva York. En algunos casos las "costras" que formamos los seres urbanos "cristalizan" en enormes estructuras verticales. G Wilches-Chaux


Medellín, desde Picacho. G. Wilches-Chaux

Pero el aumento de la vulnerabilidad no depende solamente del incremento de la población humana/urbana (entre otras razones porque un 20 por ciento de las habitantes de este planeta consume y contamina más que el 80 por ciento restante), sino de que cada vez nos alejamos más de la posibilidad de convivir armónicamente con las dinámicas naturales del planeta. Por eso los desastres afectan sin discriminación a las zonas urbanas y rurales.


Bogotá. G. Wilches-Chaux

En Colombia y en el mundo vamos a ser testigos de más y mayores desastres en las próximas semanas, en los próximos meses, en los próximos años. No se necesita ser ni adivino ni experto para saberlo, como no se necesita ser “brujo” para saber que un conductor que pasa borracho a nuestro lado, a 200 kilómetros por hora, tiene un enorme riesgo de matarse y de arrastrar a los que se atreviesen en su paso.


Bogotá intenta mantener, en su interior y en sus alrededores, espacios donde la naturaleza pueda expresarse. Humedal Santa María del Lago. G. Wilches-Chaux

Lo curioso es que cada vez hay más experiencias locales exitosas, concretas y tangibles, de cómo se lleva a la práctica eso que se llama “desarrollo sostenible”. Las protagonizan organizaciones y comunidades, y en muchos casos empresas, de la vida real, aliadas a veces con instituciones públicas de sus respectivos países. Abundan en Colombia, en América Latina, en el Caribe, en todos los continentes. Pero siguen dispersas. Sin capacidad de convertirse en alternativa “global” frente a ese “borracho” desbocado que se llama a sí mismo “Desarrollo”. El de la globalización neoliberal, el del TLC, el de los neuróticos mercados, que antes no se daban por enterados de las qejas de la gente, ni mucho menos de las protestas de la Tierra.

Pero esta vez Katrina -la naturaleza- se les metió a la casa. A ver si “por las buenas” entienden.

Las ciudades -y particularmente los sectores populares- están llenas de expertos y expertas en gestión cotidiana del riesgo. De lo contrario habría todavía muchos más desastres de los que usualmente hay.
G. Wilches-Chaux


(Una primera versión de este artículo se publicó en El Tiempo de Bogotá en Octubre 2005)

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